26 de Octubre 2004

El diario de un ratito

Hoy encontré en un cajón de mi casa unas cuartillas escritas a máquina, probablemente escritas por mi madre y fechadas en una de sus esquinas a 1961. Desprenden ese olor característico que desprende el papel antiguo, caducado. Empecé a leerlas movido por el gusanillo de la curiosidad pero acabé impresionado por el texto que contenían el cual estaba firmado con el seudónimo: “Yo”. Tanto es así que sentí inmediatamente la necesidad de publicar tan bonita carta y hacer así que perdurase un poco más si cabe su existencia, haciéndola permanecer en este medio no tan efímero. Así pues no hago malgastar tiempo de lectura y comienzo su relato:

“El diario de un ratito”

No tengo costumbre de narrar mi diario; y no precisamente porque tal cosa no me agrade. Todo lo contrario.- Ello es debido a que, primero, considero algo tan por encima de mis conocimientos el tema “escritura” que sinceramente no me atrevo a usarla por “deporte”.- Segundo, mi vida carece de alicientes y tendría que inventarme lo que no ocurrió para llenar la cuartilla.
Hoy es distinto “amigo papel”; hoy quiero impregnar en ti lo que no puedo ni debo olvidar.- ahora llevo en mis ojos todo el impacto cruel de unos hombres, mujeres, niños, cuyo delito más grande, su único pecado es haber nacido demasiado pobres.
Y digo el único porque este anula al que, y desde el primer segundo de nuestra existencia, todos llevamos.-
Fue una escena que se alzó ante mí quitándome momentáneamente la noción del tiempo; no sé si fueron minutos u horas las que permanecí ante aquellas criaturas de mirada que, a veces parecían inocentes; otras acusadoras.
No, a ellos no se les puede, no se les podía hablar de religión. Antes tendría que dárseles el pan de cada día. Haberles disertado en esos términos habría sido un mucho desentono.
Para estas personas no existen introducciones, no.-
Para ser amigos, consejeros de ellos ha de crearse cada cual en sí mismo una condición bajo la que pisemos las zonas áridas del hambre, nos pongamos las vestiduras del misionero y nos hiera en nuestros labios el polvo duro de todos sus caminos.-
De ésta manera, sin palabras, porque ellos solo conocen a la perfección una: Calamidad, nos podremos enlazar con éste haz de gentes que las circunstancias hicieron miserables. ¿Qué les puede importar a esos mendigos el que mañana se forme una conflagración mundial y que la tierra salte hecha añicos, cuando ellos no tienen nada que perder?
¿Qué opinión tendrán de los conflictos mundiales cuándo viven, duermen, mueren…., sin más calor que el que les reporta el suelo de sus cabañas no hallando más felicidad que la habida en las quimeras de sus sueños?
Es cierto que la persona sincera lo es siempre. Pero también es obvio que si la mente puede cambiar los sentimientos de nuestro corazón para bien, también puede hacerlo para mal. Porque precisamente por ser sinceros, por habérseles enseñado la parte descarnada de la vida, es esa “parte”, fea, la que ellos practican. Así, de esa manera muestran su sinceridad: haciendo lo que únicamente saben hacer.
Quizás yo esté equivocada; admito que tal vez mi experiencia sobre éste asunto sea nula.- Sin embargo yo estimo que al noventa y nueve por ciento de estas personas no se les puede hablar de religión. La verdad es que dudo que podamos hallar una “introducción” capaz de explicarles de una manera “sencilla” que si viven así es debido a la justicia. Creo que sería la única vez que de una forma sincera, plenamente convencidos nos dirían ¡locos!

Escrito por Jesuli a las 8:45 AM | Comentarios (1)
13 de Octubre 2004

Annie Hall

... y recordé aquel viejo chiste, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice:

- Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina.
Y el doctor le responde:
- ¿Pues por qué no lo mete en un manicomio?
Y el tipo le dice:
- Lo haría, pero, necesito los huevos.

Pues, eso mas o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas saben, son totalmente irracionales, y locas, y absurdas, pero, supongo que seguimos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos.


Fragmento extraido de la pelicula Annie Hall (Woody Allen)
Escrito por Jesuli a las 3:21 PM | Comentarios (2)
9 de Octubre 2004

Y uno se da cuenta...

Siempre me gustó hacerlo todo mínimamente perfecto. Siempre me imaginaba dando un martillazo y diciendo – levántate y anda -. Quizás escogí ser informático por ello, por el grado de perfección que se necesita. Un programa no puede quedar mal ó regular. Tiene que ser bueno o mejor. 0 errors 0 warnings. Y hasta hace poco así lo había conseguido hacer en mi profesión. O eso creo. Ahora, cuando subo el listón día a día me voy dando cuenta de que todavía me queda muchísimo que aprender y que estoy a años luz de ser el mejor yo que puedo ser en mi trabajo. Que quizá la perfección no sea lo mío. Que a lo mejor quiero ir mas rápido de la cuenta… exceso de velocidad… o... velocidad excesiva. Que siento como si esto ya no sea lo que mas me gusta. Que quiero darle a todo un toque personal saliéndome de lo estricto. No lo sé, como me ocurre con todo últimamente.

Es horrible la sensación de impotencia que siente una persona como yo siendo así no consigue que algo que cree tener controlado no quede ni medianamente mediocre.

Aunque peor es la sensación de creer haberme equivocado de profesión.

Escrito por Jesuli a las 12:55 PM | Comentarios (2)
2 de Octubre 2004

Oiga doctor

Hoy me di cuenta que padezco alergia. Fui al medico y sorprendió me los resultados.

Soy alérgico a las mentiras.
Soy alérgico a los bancos.
Soy alérgico al por mayor.
Soy alérgico a la arrogancia.
Soy alérgico a las corbatas
Soy alérgico a la desesperante indecisión.
Soy alérgico a las guerras.
Soy alérgico a la mala educación.
Soy alérgico a los horarios
Soy alérgico al pague usted al contado.
Soy alérgico a la hipocresía
Soy alérgico a las rutinas.
Soy alérgico a la alergia.

Doctor, doctor, ¿es grave lo que me ocurre?

Escrito por Jesuli a las 1:00 PM | Comentarios (6)